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Villa de Merlo

Reclamo de justicia por el robo y homicidio cometido en Cerro de Oro

El brutal hecho ocurrió en febrero de este año, Una mujer murió por la forma en que fue atada por los delincuentes.
miércoles 20 de diciembre de 2023
Reclamo de justicia por el robo y homicidio cometido en Cerro de Oro
El operativo policial horas después del robo y homicidio en Cerro de Oro.
El operativo policial horas después del robo y homicidio en Cerro de Oro.

“Pedimos justicia, que se agilice la investigación y que los culpables de este robo y homicidio terminen en la cárcel. Todos esto es muy triste”, dijo ayer Julia Ferreyra a infomerlo. Julia es la hija de una de las víctimas del robo ocurrido en febrero de este año en Cerro de Oro, donde murió María Cristina Méndez (69) a causa de sufrir el maltrato de los delincuentes y las consecuencias de las condiciones a la cual fue sometida.  

La pesadilla que vivieron dos matrimonios oriundos de Vicuña Mackena se inició el sábado 18 de febrero a la noche.  Como era habitual, Carlos Ferreyra y María Cristina Méndez decidieron pasar unos días en Villa de Merlo. Estaban juntos desde hacía quince años y con mucho esfuerzo habían construido una casa en las inmediaciones de las calles Cedrón y Manzanilla, en Cerro de Oro, un barrio histórico de Merlo. Allí, hace ocho años, levantaron esa casa para pasar las vacaciones.

“Mi papá tiene un defecto en la pierna derecha por haberse quebrado un tiempo atrás en un accidente, por eso usa un bastón. Como no se pudo tirar al piso, le gatillaron en la cabeza. Gracias a Dios, el tiro no salió”, dijo Julia Ferreyra.

El fin de semana del horror, Carlos y María Cristina llegaron a Merlo junto a otra pareja amiga. Viajaron desde Mackena en una camioneta Eco Sport blanca y arribaron a Merlo el viernes al mediodía. “A ellos les gustaban los paseos tranquilos, se quedaban mucho tiempo en el parque con las plantas o por ahí se daban una vuelta hasta Mina Clavero”, dijo Julia Ferreyra, que además agregó un dato: esos días de descanso eran de austeridad, su padre viajaba con poco dinero y lo que más disfrutaban era la tranquilidad; sensación que perdió para siempre.

Ese sábado 18, las dos parejas compartían la cena: unas empanadas, vino y jugo. La charla amistosa fue alterada por un estampido. Los delincuentes a las patadas abrieron la puerta de entrada y uno de ellos, con un arma, apuntó a los cuatro adultos mayores. Encapuchados y vestidos de oscuros avanzaron sobre las víctimas. A los gritos pedían “dólares” en la creencia que estaban ante personas que tenían en su poder mucho dinero, aunque no era así.

Las víctimas fueron atadas de pies y manos con elementos que los delincuentes encontraron en la vivienda, tales como cables de aparatos eléctricos y tiras de cortinas. Los obligaron a tirarse al suelo y los taparon con mantas y ropas para cubrir la visión que podían llegar a tener. Antes les dieron de tomar vino con algún tipo de pastillas o sustancias, para adormecerlos. “Había como olor a azufre”, recordó el padre de Julia Ferreyra sobre ese instante.

Los elementos reportados como sustraídos fueron: dinero en efectivo (una suma aproximada de $40.000 pertenecientes a Ferreyra, y otros $100.000 del matrimonio amigo); una chequera del Banco Nación a nombre de Carlos Alberto Ferreyra; los teléfonos celulares de las víctimas; un termo; una alianza de casamiento; un kit de medición de glucemia, un bolso, las llaves de la camioneta y un animal faenado.

SIN MOVIMIENTO

Aproximadamente 24 horas después del violento hecho, una vecina histórica del lugar se presentó en la vivienda. Iba a ofrecer a María Cristina un cuaderno con productos cosméticos. Sin embargo, esa visita cordial se trastocó. Al no observar movimientos en todo el día y advertir que el vehículo de sus vecinos tenía las cuatro ruedas desinfladas, avisó a la policía. Un mal presagio la atravesó.

Efectivos de la Comisaría 42 fueron los primeros en llegar al lugar. Encontraron a las víctimas agrupadas en un estrecho pasillo, tendidas en el suelo. Tres de ellas presentaban lesiones leves, estaban en estado de shock y se ordenó que fueran trasladadas al Hospital “Madre Catalina Rodríguez” de la Villa de Merlo.

La cuarta víctima fue hallada sin signos vitales: era María Cristina. Su deceso fue constatado por profesionales del SEMPRO. Más tarde, el cuerpo fue trasladado a la morgue judicial de Concarán, donde se practicó la correspondiente autopsia. En el informe, el forense indicó que la muerte fue producida a consecuencia de síndrome asfíctico, por asfixia postural o posicional, desencadenando un mecanismo de congestión cardiopulmonar, con el consecuente fallo cardiorrespiratorio.

Al respecto, refirió que, la postura; la fuerte atadura de las muñecas por muchas horas (aproximadamente, 18); la inmovilidad; el estado de confinamiento en un espacio muy reducido; la gran cantidad de horas sin ingesta de líquidos; el estado de extremo estrés y la avanzada edad de la paciente; claudicaron en su esfuerzo respiratorio, provocando la congestión cardiopulmonar y, en consecuencia, el fallo cardiorrespiratorio.

El informe judicial indica que la data de muerte aproximada fue de cinco a ocho horas anteriores del aviso a la instrucción policial. Es decir, que el deceso se habría producido el domingo 19 de febrero, pasado el mediodía. La causa está caratulada como “homicidio en ocasión de robo calificado, en concurso real, con privación ilegítima de la libertad, violación de domicilio y lesiones”, aunque en estos diez meses los avances para identificar a los autores fueron pocos como para una acusación formal. La familia de María Cristina sigue reclamando por justicia; un hecho delictivo de los más graves sucedidos en Merlo.

 

 

 

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