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Un hecho horroso

Caso Alejandro Ochoa: Los interrogantes de un crimen brutal

El ensañamiento de los criminales hacia Ochoa le dejaron a la víctima marcas en el cuerpo, mutilaciones y una muerte espantosa. ¿A qué se debió semejante furia hacia una persona que no tenía nada o casi nada?
martes 06 de abril de 2021
Caso Alejandro Ochoa: Los interrogantes de un crimen brutal

Alejandro Jesús Ochoa tenía 35 años, le decían “Bebo” y fue encontrado brutalmente asesinado el viernes 2 de abril de 2021, Viernes Santo. Vivía solo en la zona rural de la localidad de Cortaderas, en una casita humilde en un campo de seis hectáreas propiedad de un tío y ubicado a unos tres kilómetros de la plaza del pueblo. Allí tenía algunas ovejas, gallinas, dos perros y una bicicleta. Se autoabastecía y preparaba arrope de vez en cuando. Trabajaba como albañil, aunque hacia como diez días que estaba “sin laburo”. 

El sábado 27 de marzo, Alejandro Jesús Ochoa, estaba en su casa. Iba a preparar arrope junto a unos amigos. Uno de ellos, como a las 15.30, salió para el pueblo para hacer unas compras y volvió para la casa del “Bebo” como las 19.30. Lo hizo por el camino vecinal que lleva hasta la casa de Ochoa y “muere ahí”.

Según una fuente ligada a la investigación, esa persona de apellido Ferreyra, habría manifestado en sede policial que a unos “cincuenta o sesenta metros” antes de llegar vio a “dos hombres encapuchados que estaban en una casa contigua a la de Ochoa. Una casa que está cerrada y que afuera tiene un auto abandonado: un Fiat 600. Los encapuchados estaban ahí “apoyados y armados”. Por eso, cuando los vio corrió hacia la casa del “Bebo”. Después sobrevino lo peor.

Ferreyra y Ochoa fueron hacia la casa donde estaban los “encapuchados”.  No llamaron a la policía en ese momento a pesar de la situación de extremo peligro. Caminaron hacia ellos, pero el “Bebo” iba adelante. Por eso, su amigo que se quedó atrás y vio cuando lo golpearon y lo tiraron al suelo. De acuerdo con su relato en sede policial al “Bebo” se lo llevaron del campo y lo habrían subido a un vehículo. El relato del único testigo presencial se trasmitió a un amigo y después a la familia. Cuando la policía de Cortaderas fue alertada habían pasado al menos tres horas.

Ese episodio en el cual “Bebo” Ochoa fue hacia los encapuchados está en la mira de los investigadores. Por eso, se espera por la reconstrucción de la escena en el horario que sucedió y que el único testigo presencial narre ante las autoridades judiciales y policiales, cómo fue la secuencia del “secuestro”. 

RASTRILLAJES

Tras ser Ochoa llevado por los “encapuchados” se inició una búsqueda y también se entrecruzaron rumores. El celular de “Bebo” apareció el domingo, día que fue entregado a la policía. Fue peritado, como también se peritó el celular del testigo presencial.  Los rastrillajes se extendieron en la zona, mientras la familia reclamaba mayor presencia policial para extender la búsqueda.

El Viernes Santo al mediodía, a unos 1000 metros de donde vivía el “Bebo”, su cuerpo fue hallado detrás de una obra en construcción, debajo de un árbol. En la cabeza tenía puesta su bermuda de jean y le habían dejado colocada la remera y un buzo, pero no llevaba ropa interior.

El informe preliminar del forense indicaba que había sufrido cortes en brazos y piernas; y un corte en el cuello: lo degollaron, pero antes Ochoa padeció el dolor de la tortura. No pudo gritar porque lo habían amordazado con una tela. Los criminales, además, y tal cual lo reveló la autopsia, le mutilaron los genitales.  ¿A qué se debió tanto ensañamiento con una persona de condición tan humilde? Es la pregunta que se hacen una y otra vez los investigadores. Tal vez, las nuevas declaraciones en sede judicial arrojen en las próximas horas luz sobre un hecho horroroso, pero también oscuro desde el inicio.

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