Es autor de novelas como “Naranjo en flúo”, “La Chaco”, “Ñeri” y los libros de relatos “Microalmas “y “Épicaurbana”. En 2016 tomó notoriedad con "La Chaco", una cruda historia donde cuenta la vida de Ximena, una chica transexual que abandona la ciudad de Resistencia para ir a trabajar a Buenos Aires. Cuando llega comienza a prostituirse y conoce a otras mujeres trans como Hiedra y Galaxia. Esta última es la protagonista del libro que publicó el año pasado y que lleva el mismo nombre. Esta vez la historia es sobre ella. En los relatos de Juan, los personajes están interconectados siempre. “Fue surgiendo, pero siempre estuvo la intención de conectar las historias, el tema es que era difícil organizarlo y se fue haciendo paulatinamente. Todos estamos conectados de una forma u otra queramos o no”, explicó.

Su última obra, “Invisibles”, es la historia de una escritora, Andrea, quien relata desde su propia óptica cómo vivió la locura desde la infancia. “Es un pequeño compendio de textos, escritos por ella reflejan un poco lo que le pasa”, destacó. La niñez es un tópico que Juan tiene muy presente. “Es un tema bastante convocante y que a mí me interesa mucho, porque allí se empieza a marcar el ritmo de vida de cada uno de nosotros. La infancia necesita su propia revolución, sin intervención de los adultos”, indicó.

De hecho su primer acercamiento a las letras fue a los cinco años, y rápidamente tomó relevancia en la ciudad de Resistencia. El pequeño escritor que le escribía al amor. “Fue un trabajo muy aplaudido porque el niño escritor era una novedad para Resistencia. Después hubo una época en la que dejé de escribir y retomé cuando se empezaron a viralizar mis textos. El amor es un tema tan amplio, lo empecé a trabajar con la deconstrucción de amor romántico, y hablamos de la infancia”, relató.

El amor está presente siempre, es un protagonista omnipotente de sus historias. Es el sentimiento que marca los tiempos y las emociones de los protagonistas. Es quien hace y deshace en sus relatos. Es difícil escribir sobre un concepto que puede llegar a tener significados tan diferentes entre una persona y otra, pero aun así Juan toma el desafío. “Se va formando un poco con la literatura que uno consume y con el arte que uno consume”, dice.

La cuarentena lo encontró creativo. Terminó de escribir "Galaxia" y también trabajó en la producción de otros cuentos. "Teniendo en cuenta que no se sabía lo que iba a pasar, traté de usar el tiempo no solo para ser productivo sino también para mirarse, hacer una pausa, ver qué quiere uno hacer”, recordó el escritor referente de la comunidad LGBTIQ+ en el mundo literario.

Juan supo ponerle el sello a un estilo propio de escritura, fuera de los prejuicios, con relatos duros y en carne viva, pero también plagados de emociones profundas. “Es difícil en el mundo del arte romper con esa cofradía cuando se decide qué es y qué no es literatura. Las editoriales se han vuelto a ver escritores que no estaban dentro de estas normativas. Hoy te permiten publicar, pero también tenés que adaptarte”, comentó.

Una de las cuestiones en las que el redactor tuvo que adentrarse en las redes sociales, fundamentales hoy para el feedback con su público. En Instagram cuenta con más de 167 mil seguidores y en su perfil comparte frases, pensamientos y textos cortos que quedan dando vueltas en la cabeza de sus lectores. “Las redes tienen un costo de tener que estar produciendo permanentemente. Mi intención principal no pasa por las redes. La ficción tiene que estar en las bibliotecas, las escuelas, en las calles. Está bueno como autor llegar a eso, habitar esos lugares, salir de lo digital. Sobre todo en un época multitasking de la pantalla, que es bastante abrumadora”, dijo.

Fuera de las redes Solá tiene la costumbre de recorrer diferentes puntos del país con su literatura para encontrarse cara a cara con sus lectores. Visitó San Luis durante el verano y el año pasado también estuvo en Merlo. Durante los encuentros lee fragmentos de sus libros y conversa con sus seguidores.

Redacción / El Diario de la República