“En abril del 2023 corrí por primera vez un maratón de montaña. Había corrido tres maratones previos, de calle. Viajé a San Martín de Los Andes y corrí la distancia de 42 km del Patagonia Run, la carrera de Trail Running más importante del calendario local. El evento suele durar seis días en total y contempla también otras distancias menores, 10 y 21 kilómetros, y también las ultradistancias (así se llama a lo que supera los 42 km), 70, 110 y las 100 millas, que son 162 kilómetros. Es común escuchar en el mundo del running que un maratón te cambia la vida. Es difícil explicar por qué, pero estoy de acuerdo con esa afirmación: una maratón te cambia la vida. Y la experiencia de un maratón de montaña lo hace especialmente. Quizás sea por el contacto con la naturaleza, que incluye una inmersión en la gama de otoño más hermosa jamás. O quizás sea el espíritu que rodea a la carrera, tan simple como miles de personas muy contentas, todas juntas y al mismo tiempo. Como sea, mi primer maratón de montaña fue una experiencia inolvidable”, dijo Ramón Ferro, reconocido profesional de la medicina.

 FENOMENO SOCIAL CURIOSO

“Un maratón es un fenómeno social curioso. Miles de personas habiéndonos preparado durante meses para hacer nuestra peregrinación hacia un lugar intuitivo de superación. Trasladarnos con esfuerzo, cada uno de manera privada, pero todos juntos, buscando algo. Una idea, una sensación o un símbolo, que haga visibles los límites del propio dominio para que saque al confinado de su miopía, aunque sea por un rato. Que lo etéreo se materialice para poder ser transcendido y que esa fuga aporte algún alivio. Un maratón es el montaje de una obra de teatro en la que cada corredor tiene el protagónico, con un texto a respetar, pero con interpretación libre. En el carácter dramático de esa interpretación estará la transformación. Al terminar la obra, el actor, el corredor, ya no será el mismo. El carácter superador de un maratón está implícito en su simbología básica: que el dolor esté atrás y la esperanza, adelante.

El ser humano es un bicho optimista por naturaleza. La neurociencia ha descripto el sesgo de optimismo, que consiste en un plus de irrealidad que nos lleva a asumir que el futuro va a ser mejor que peor. Ese sesgo de optimismo es variable entre las personas, hay gente más optimista que otra. Y hay estudios que muestran que a mayor sesgo de optimismo, mayor resiliencia, mayor concreción de proyectos y hasta mayor longevidad. Lo interesante del asunto es que el sesgo de optimismo puede entrenarse y engordarse. Ayudar a otros, del modo que sea, aumenta el optimismo, tanto en el ayudado como en el ayudador. Y también aumenta el optimismo ir detrás de objetivos autogestionados, trabajándolos como si fueran el sentido último de la vida. Allá donde no esté clara la razón para seguir, nuestra mente nos invita a que la inventemos. Sea cual sea, va a funcionar. En lo personal, y después del golpe fuerte que fue la pandemia, intento tener en cuenta estos conceptos y cultivarlos, tratando de que no se esfume el aprendizaje y la conciencia de que no hay tiempo que perder, que vivir es urgente”.