El caótico tránsito de Villa de Merlo volvió a ser parte de la agenda política. Y fue el intendente, Juan Alvarez Pinto, quien en su discurso ante los concejales, en el inicio de sesiones ordinarias, manifestó que iniciará “un plan de repensado del ordenamiento del tránsito vehicular con el cambio de sentido de circulación, el armado de circuitos turísticos, la delimitación de bicisendas, estacionamientos y con un transporte urbano ordenado”.

No es una idea nueva. De hecho, ya se discutió en el Concejo deliberante hace siete años y fue el propio Alvarez Pinto como edil y su bloque el que impidió aquellos cambios de sentido de circulación de las calles. En ese entonces, un plan integral buscaba terminar con las calles de doble mano; modificar el sentido en que se circula de otras y ganar espacio para el estacionamiento.

Algunas medidas adoptadas se pudieron cumplir. En especial, el abuso por parte de privados que pintaban los cordones de amarillo para el estacionamiento particular de vehículos en beneficio de sus propios emprendimientos. Eso se revirtió y se ganaron muchas cuadras para estacionar. Sin embargo, avanzar sobre la modificación del sentido de circulación de calles quedó trunco en el Concejo Deliberante.

Se argumentó por parte de la oposición de entonces, encarnada por el radicalismo, que debía intervenir el Automóvil Club Argentino, organismo especializado en tránsito. El proyecto quedó en cero. El actual intendente prometió en su primer mandato mejorar el tránsito. Se colocaron reductores de velocidad y bastones amarillos en algunos puntos de la ciudad. No más que eso. Poco. Las medidas de fondo no prosperaron y hasta los actuales semáforos funcionan mal o no funcionan directamente. Los incidentes viales en las calles merlinas se repiten, mientras se llevan ocho años de demora en avanzar en ordenar el tránsito. O tal vez más.